Concebida como una respuesta poética y tectónica al paisaje desértico que la rodea, la Casa “Estrato” se erige como un manifiesto arquitectónico que celebra la materialidad y el diálogo entre el hombre y la tierra. El proyecto busca develar las capas del territorio a través de un recorrido ascendente que transita desde la tierra compactada hasta los metales, evocando un proceso casi geológico de transformación y elevación.
En planta baja, los muros de tierra compactada construyen la base firme y cálida del proyecto. Estas paredes, gruesas y porosas, evocan el origen mismo del lugar y dialogan con el suelo del desierto. La textura terrosa, con sus matices ocres y rojizos, atrapa la luz cambiante y proyecta sombras que intensifican la sensación de arraigo y protección.
En el interior, el lenguaje cambia y se desnuda: los muros de concreto aparente revelan la honestidad constructiva y dotan al espacio de una atmósfera de crudeza y pureza material. El concreto, dejado deliberadamente sin recubrimientos, conecta con la idea de una arquitectura sincera y esencial.
La planta alta, fragmentada en dos bloques de acero oxidado, aparece como un estrato superior que se posa sobre la tierra. Estas cajas metálicas, cerradas hacia la fachada principal, se abren hacia el interior a través de las circulaciones verticales de vidrio que funcionan como un umbral de conexión entre ambos volúmenes. Este espacio, casi etéreo, actúa como un puente que, en su transparencia, sugiere un diálogo entre la solidez de la materia y la ligereza del aire.
El acceso principal, marcado por tres grandes puertas pivotantes de acero oxidado, conduce al corazón de las circulaciones verticales. Estas puertas, como enormes rocas metálicas, refuerzan la narrativa de una arquitectura nacida de la tierra y de las vetas de hierro que la habitan. Al ingresar, una sorpresa espera al visitante: un vidrio de piso permite atisbar una cava en el sótano, visible pero inalcanzable a primera vista, invitando a descender. El acceso a este nivel inferior se da a través de las mismas circulaciones verticales de acero, que funcionan como escaleras suspendidas, dando continuidad a la experiencia material.
En la fachada posterior, la casa se abre generosamente al paisaje desértico protegido por una reserva ecológica. Aquí, celosías verticales de acero oxidado funcionan como puertas que pueden abrirse completamente para permitir la conexión franca con el exterior o cerrarse para proteger del asoleamiento extremo, modulando la luz y la temperatura.
En síntesis, la Casa “Estrato” se concibe como una arquitectura que emana de la tierra misma: desde la arcilla y la tierra compactada hasta el concreto y el acero, todos los materiales se transforman y se superponen como capas geológicas que narran una historia de origen, permanencia y transformación. Es una casa que emerge de la tierra y que, a través de sus materiales y sus espacios, recuerda que la arquitectura puede ser a la vez refugio, metáfora y puente con la naturaleza.





















