El proyecto consiste en un gran patio lateral rodea por un edificio en forma de L. El edificio fue originalmente el convento de San Francisco que fue convertido en una fábrica de tratamiento de agua en el siglo XIX. La ruina fue transformada en un moderno hotel con las zonas públicas en planta baja y las habitaciones en los niveles 1 y 2. Desde el cuarto piso se pueden disfrutar extraordinarias vistas de la ciudad y es donde se ubicaron las amenidades abiertas al público en general. Bajo una techumbre afilada se colocó la antigua maquinaria para decorar y contrastar con el edificio original y la contemporánea renovación.